Llévame donde estés

Te fuiste...elegante y valiente...nunca creí que pudiera soportarlo. El silencio, tu falta, tu dulce calor...te despediste de madrugada, una madrugada especial, no podìa ser menos ¿verdad? Cuánto dolió...mi alma, mi cuerpo, mis creencias, toda mi vida, quedaron fragmentados en mil pedazos que quedaron esparcidos para siempre por aquella habitación. Todo lo que somos se perdió en aquella noche, parte se había perdido en aquellos últimos meses. El dolor será irreparable, la falta insustituible, tú, tan fuerte, tan padre, tan hermano, tan amigo...¿por qué? maldita sea, mil veces ¡por qué! tú no, no te tocaba a tí, no era el momento, te necesitamos, no había sido suficiente, no ahora...Elegante y sobretodo valiente, valiente nos dejaste y cómo duele reconocer que esta es nuestra realidad. Tu paz y tus dulces ojos quedaron dormidos a nuestro lado y marcharon lejos de los ciegos ojos de este mundo. Sin embargo, mientras vivamos, tu paz será el mejor regalo de nuestras vidas y contaremos, en cada oportunidad, que una vez hubo un hombre de admirable bondad a nuestro lado. En sueños te prometí encontrarnos. Te busqué...hasta que comprendí que tu vuelo era sin escala y con destino al cielo, al mismo cielo que nos mostraste de pequeños. Tantos "te quiero", tantas caricias, tu calor...y no fue suficiente, los mil besos que te dí no fueron suficientes, nunca es suficiente. Te quiero tanto, te queremos tanto... Cuánto dolor causaba verte...mal...pero aún así ya podíamos imaginar el inmenso daño que nos haría el no poder tenerte más y me resistía. Aquellas manos, tu calorcito (insisto, nada podía pasar a tu lado), tu dulzura...Decirte "te queremos" de nuevo no estaría a la altura, a la altura de tu alma, pero desde que lo escuché no paro de tararearlo y, de alguna forma me consuela, nos consuela: Llévame donde estés.