
Desde el cielo, el adiós es inútil, implacable, desgarrador...
un "te quiero" desde el alma, el aire inexistente de tu aliento.
Soy todo lo que sé y he aprendido,
y la ignorancia de lo aún no descubierto también.
Nada puede atarse a un pedacito de cielo,
esta distancia que sólo se acorta en sueños.
Nadie oyó cuando mi boca enmudeció,
en mi ansia ganó el celo de guardarte,
de no perderte, de no perderme...
Me grita paciencia, dice embadurnarse de paciencia,
mas allá de la piel,
caída desde el cielo te grito "¿qué es para siempre?".
Silencio azotando mis sueños,
el silencio que hoy es espacio,
mi carne que hoy es espacio...
Todo queda en calma, la melodía callada se perdió en tu cuerpo,
para por una vez.
La mirada se apaga.
Las manos, la cadera, el perfume...se ahogan en la confianza,
lo digo como un atributo porque, entre lo más alto,
aún guardo la fantasía de volver a ser tan feliz como la vez que
más feliz fuí, contigo, juntos.
Hace un año...me quedo en tu amanecer,
la noche que nace el niño Jesús...